Dice que le da miedo y no sabe que a ella también. Cuando corren la cortina del gran ventanal ahí está, esperándoles, mirando hacia la calle, con una larga capa y su brillante corona, para hacerles buh! cada vez que se atreven a mirar.
Es horrible, su cara, su ropa, su gesto amenazante; pero a pesar de ello cada domingo es lo mismo, el mismo ritual de siempre. Le hablan. Le piden órdenes. Ella corre a la cocina, él le limpia la mesa. Ella trae ese mantel que compró para la ocasión y que ahora sólo va a utilizar para el Rey.
Al Rey le gusta ordenar y ordena, le fascinan los pasteles; es por eso que cada domingo ellos se preparan desde temprano con el pastel de frutas exóticas preferido, con la esperanza de que sea el último, la ultima vez que empiecen la semana con miedo, complaciéndolo.
“Son almas en pena” les ha dicho la abuela, almas que se quedaron con pendientes en el mundo de los vivos y ahora esperan que una mano les ayude a cumplirlos para poder descansar y desvanecerse en paz.
Y ellos domingo a domingo ahí están, al pie del cañón, con las manos sudorosas y los corazones acelerados, pero siempre firmes, tratando de complacerlo, queriendo ayudarle a que su alma le diga adiós a esta dimensión y pase a la siguiente, a la que hoy le toca.
Cada casa, cada espacio tiene su Rey propio, manifestado en otro ser, en otra cosa, pero al fin ahí, esperando que alguien les tienda la mano.
Muchos prefieren no verlos y corren en la oscuridad sin detenerse pero ellos permanecen, callados.
Es horrible, su cara, su ropa, su gesto amenazante; pero a pesar de ello cada domingo es lo mismo, el mismo ritual de siempre. Le hablan. Le piden órdenes. Ella corre a la cocina, él le limpia la mesa. Ella trae ese mantel que compró para la ocasión y que ahora sólo va a utilizar para el Rey.
Al Rey le gusta ordenar y ordena, le fascinan los pasteles; es por eso que cada domingo ellos se preparan desde temprano con el pastel de frutas exóticas preferido, con la esperanza de que sea el último, la ultima vez que empiecen la semana con miedo, complaciéndolo.
“Son almas en pena” les ha dicho la abuela, almas que se quedaron con pendientes en el mundo de los vivos y ahora esperan que una mano les ayude a cumplirlos para poder descansar y desvanecerse en paz.
Y ellos domingo a domingo ahí están, al pie del cañón, con las manos sudorosas y los corazones acelerados, pero siempre firmes, tratando de complacerlo, queriendo ayudarle a que su alma le diga adiós a esta dimensión y pase a la siguiente, a la que hoy le toca.
Cada casa, cada espacio tiene su Rey propio, manifestado en otro ser, en otra cosa, pero al fin ahí, esperando que alguien les tienda la mano.
Muchos prefieren no verlos y corren en la oscuridad sin detenerse pero ellos permanecen, callados.
mm amiga y esto de donde lo sacaste
esta curado el escrito jejeje
chaoo
de.tina
es aquello que nos pidió el Che cuando entramos al curso, te acuerdas?
Gracias por tus comments Tina :D
i aprecciate it
(asi se escribe?) =\